Pa' correr la mala suerte
se sahúma al pie de la letra,
toda la casa parece
un colmenar sin abejas.
El humo huele a romero,
ruda macho y otras yerbas;
tose que tosen toditos,
baila que bailan las penas.
Es el primero de agosto
y hay que ofrendarle a la tierra
lo que ella misma produce
para una nueva cosecha.
Hay que rezar otros rezos
que brotan desde las piedras,
porque este mes de las pestes
puede llevarse a cualquiera.
Pero en medio del festejo
hay alguien que se molesta
y con los ojos llorosos
está detrás de una puerta.
No es de la casa, ¡pero es!
entra y sale, sale y entra,
porque él se chupa los dedos
cuando la miel es ajena.
De repente un sordo grito
a todos los pone alertas:
-¡Es Agüerito, el vecino,
que está desnudo en la pieza!
El que sale en este acto
es el dueño de la prenda:
-¡Con que siendo pata i’ lana!
¡Y yo sin darme ni cuenta!
Y Agüerito tiritando,
tartamudo y sin mollera,
como Dios lo trajo al mundo
empezó con su defensa.
-Don ‘Comué’, vaya sabiendo
que aunque no valga mi ofrenda,
el día de Pacha Mama
por mujer no se pelea.
Permítame que le diga,
a mí me ha invitao la abuela,
porque yo le cavé un hoyo
el otro día en su huerta.
Y solamente i’ venido
para sumarme a esta fiesta
y como i’ traido un vinito
vengo a enterrar la botella.
Yuyo Montes
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