PERROS DE PARRANDA

Los perros no duermen,
se  pasan en vela
desde aquella noche
que empezó la fiesta.

El celo hace estragos
con la primavera
y ellos también quieren
tener descendencia.

Llevan de parranda
la semana entera
y todos ostentan
terribles ojeras.

Se lamen las marcas
de alguna pelea
y hasta el más enclenque
finge una renguera.

La jauría corre
detrás de una hembra
y la perra flaca
se siente una reina.

Con un perro lindo
que saltó la verja
se pone de novia
la perra más fea.

Como buen curioso,
salgo a la vereda
y un perro extraviado,
por poco, me mea.

Una solterona
llora con histeria,
porque su ‘faldero’
perdió la cabeza.

Y en el aquelarre
ya tiene tarea
la casta vecina
que los apedrea.

La impúdica orgía
los changos festejan,
ante los reproches
de la santa abuela.

El can es reflejo
de la especie nuestra:
cuando se enamora,
sufre de anorexia.

Es que su universo
vive una contienda
y todos persiguen
un botín de guerra.

Pero… en un descuido,
miro con vergüenza
que un perro a remolque
se lleva a mi perra.

Yuyo Montes

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