Para qué preguntarme
qué quiero de regalo
este quince de Octubre
que justo cumplo años.
Un pañuelo de seda
yo podría ignorarlo
y un broche de corbata
es, tal vez, anticuado.
Hasta el mejor perfume,
que puede ser muy caro,
en un rincón oscuro
quedaría olvidado.
No quiero que el misterio
que envuelve los regalos,
oculte ante mis ojos
la seda de tus manos.
Me basta tu presencia
con los jeans ajustados
y adentro de la blusa
tu corazón... temblando.
Prefiero que tus labios
no digan “yo te amo”,
porque en tus ojos puros
yo puedo averiguarlo.
Para brindar contigo,
del modo acostumbrado,
este quince de octubre
yo te estaré esperando.
Y si sigues pensando
en traerme un regalo,
quisiera un beso tuyo...
si no te cuesta tanto.
Yuyo Montes
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