DIETA DEL "DOCTOR CELOS"

Si veo que mi mujer
se está poniendo muy gorda,
yo le quito en quince días
esos kilos que le sobran.

Tengo un remedio infalible
que le cierra la barriga
y que supera la ciencia
de cualquier nutricionista.

Tratando de asegurarme
que funcione bien la cosa,
la medicina es pasearme
con una linda monona.

Y así paso enamorado
como en las telenovelas,
delante de las narices
de la amiga más cuentera.

El chisme llega fresquito
antes que vuelva a mi casa
y mi gorda se retira
de la cama de dos plazas.

Después de dos o tres días
de reclamos y peleas,
el ayuno ya está en marcha
como en tiempos de cuaresma.

Yo respeto su silencio
y para darle más celos
me pongo las pilchas nuevas
y el perfume dominguero.

Me voy solo a cualquier parte
y finjo volver contento,
oliendo a ‘jabón chiquito’
y a choripán el aliento.

Ya se cumple una semana
y la gorda a pan y agua,
quiere comerse una vaca,
pero está muy enojada.

Convencida de mi engaño,
ella sigue echando chispas
y no prueba ni un bocado
creyendo que me castiga.

Cuando la pobre está al borde
de la terapia intensiva,
le entrego mi alma en un beso
y ella de todo se olvida.

Asombrada ve que ahora
le queda bien el vestido
que compró cuando pesaba
tan sólo cincuenta kilos.

Con un poco más de calma
solita se recrimina
que por su huelga de hambre
se le oxidó la cocina.

Y no sabe mi ‘actual flaca’
que yo con una mentira,
puedo moldear en su cuerpo
una cintura de avispa.

Yuyo Montes

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